¿Qué pasa con el perdón?
¿Qué es lo que hace tan laborioso pedir el perdón, tan difícil recibirlo y tan poderoso el efecto en la vida cuando sucede auténticamente?
En mis recuerdos, mis padres pelearon durante toda mi niñez. Las personalidades diferentes, las presiones de la vida y del trabajo, las inseguridades y la inmadurez todos contribuyeron al fuego y el alcoholismo añadió combustible. Finalmente, se divorciaron después de 25 años de matrimonio. No fue bonito. No fue amistoso.
Durante casi 30 años vivieron en la misma ciudad, pero nunca se vieron. Al principio, no podíamos ni siquiera mencionar el nombre de mi madre delante de mi papá. Organizamos cada día de fiesta y cada evento familiar en torno considerando cuál de los dos padres visitaríamos cuándo, o cuál de los dos pediríamos asistir. Nunca podría ser ambos al mismo tiempo. Nunca sabrán cuántas horas de planificación, de debate, de arreglos, de angustia del corazón acompañaron cada ocasión especial a través de los años.
En este Día de Acción de Gracias, sucedió algo impresionante. Mis padres estuvieron de acuerdo – por primera vez en casi 30 años – a dar gracias…. juntos. La muerte de un cónyuge, un cáncer terminal, y el paso de muchos años finalmente despejaron el camino para la reconciliación, la aceptación, el perdón y la paz.
Hubo algunos momentos inciertos y difíciles (sobre todo por parte de los hermanos que estaban orquestando el evento), pero en general, fue una de las fiestas más significativas y más inspiradoras que puedo recordar.
Fue un gran alcance, un momento sanador para todos – incluso para los nietos – de ver a mis padres saludarse en la puerta principal… los dos muy frágiles, muy cansados, y finalmente… muy en paz.
Ninguno de los dos podía comer mucho, pero la cena fue sagrada. No hablaron de nada sustancial – la demencia ha robado esa oportunidad – pero su interacción fue profundamente significativa para todos los que estaban allí.
La reunión de mis padres después de todos estos años no cambia mucho en este punto de la vida… y, a la vez, cambia todo.
Sus corazones dispuestos eran un testimonio de esperanza.
Mi familia vio el ahnelo fin-de-vida por la paz superar la ira guardada a largo plazo y la separación. Experimentamos la humildad genuina conquistar al orgullo, al remordimiento y al dolor profundo. La terquedad perdió a la oración, la paciencia y la perseverancia por el tiempo.
Hay una nueva libertad en nuestras vidas – y en las vidas de nuestros hijos. Una libertad ganada por vidas rotas ya restauradas y familias divididas ya reunidas. Una libertad obtenida por barreras derribadas y destruidas. Una libertad adquirida mediante el abandono de la amargura y el aferramiento al perdón. Una libertad que lleva una creencia en lo imposible, porque lo vimos suceder con nuestros propios ojos.
El perdón es poderoso.
¿Hay alguien que necesitas perdonar hoy? O un perdón que necesitas aceptar?No tienes que esperar.