Henry Cloud en su libro, Integridad, dice que mucha gente miente… de hecho la mayoría de nosotros lo hace, de una manera o de otra…
Por ejemplo la mentirita “blanca” que respondemos a la pregunta de ¿cómo estás? ¿Respondo “bien” cuando no estoy de verdad bien? O si alguien me pregunta ¿cómo lo hice? ¿Les doy una respuesta honesta, o respondo con un genérico “muy bien”? ¿Y cuándo alguien me pide “adornar” una carta de recomendación o un reporte estadístico o una designación financiera? ¿Los “ayudo” o digo la verdad?
Cloud afirma, “La gente de buen carácter es la gente en quien se puede confiar que diga la verdad.”
- La verdad acerca de mí mismo – He escuchado muchas veces que debo considerar a la realidad como mi amiga. No es bueno esconderse, evitar o negar la realidad… especialmente acerca de uno mismo. Un poderoso elemento del liderazgo es el autoconocimiento, entender mis fortalezas y debilidades. Si no trato con mis debilidades, otros tendrán que hacerlo. No quiero ser una tonta que no engañe a nadie excepto a ella misma… Aunque no es fácil para mí, estoy aprendiendo que necesito buscar la verdad – pedirle a otros (esposo, compañeros de trabajo, jefe, amigos) una evaluación y retroalimentación acerca de mi liderazgo, aplicar lo que ellos me digan y buscar ayuda en las áreas en las que soy débil.
¿Buscaré la verdad?
- La verdad acerca de otros – He escrito antes acerca de mi deseo de complacer a otros y ser “buena onda”. Es difícil decirle la verdad a otros cuando puede ser que los lastime, pero hay una diferencia entre un cirujano que causa dolor para salvar una vida y un asesino que causa dolor para matar. El dolor en sí mismo no es malo – la intención es lo que cuenta. Estoy aprendiendo que a veces tengo que decirle a alguien la dolorosa verdad para ayudarle a madurar, a cambiar o a tomar una decisión sabia. Si hablo con tacto, cariño, empatía y respeto, la píldora de la verdad es más fácil de tragar. El dolor temporal es por su propio bien; si retengo la verdad por mi miedo a ser rechazada o por temor a una reacción negativa, he puesto mi comodidad por encima de su bienestar.
¿Me importa lo suficiente como para decir la verdad?
- La verdad acerca de mi mundo – En nuestro ministerio, acostumbramos a hacer una evaluación honesta de nuestro progreso en cada tres meses. Revisábamos los números de las estadísticas y nos dábamos cuenta de la brutal verdad que nos revelaban. Celebrábamos lo que estábamos haciendo bien y orábamos para ajustar nuestro plan y nuestras actividades cuando no estábamos alcanzando la meta. Cloud llama a esto asimilación y acomodación.
El mundo está cambiando a pasos agigantados. Si no estoy dispuesta a abandonar “la manera en la que siempre se ha hecho”, o si despisto a los socios con una historia muy adornada que disimula los números reales, y que tal si intencionalmente les digo a mis compañeros de equipo la verdad parcial acerca de mis acciones, ni yo, ni la organización, podremos crecer para satisfacer las demandas de nuestra realidad. No crecimiento = muerto.
¿Estoy dispuesta a responder a la verdad?
___________
¿Te cuesta trabajo decir la verdad?
¿Qué te ayuda a recordar que la verdad sí importa?