Como una fanática del chocolate, me encanta la chocolatería de Vianne Rocher de la película Chocolate como una ilustración del ministerio tipo “encarnacional”. La protagonista de la película, Vianne, es “cariñosa, poco prejuiciosa, compasiva, ofrece gracia y paz a la comunidad conflictiva… se involucra en la vida de su comunidad y en sus problemas… abre el espacio para que el decir la verdad y la honestidad se propicien naturalmente”. Vianne hace amistades transformacionales en la comunidad al discernir las preferencias (de chocolate) de cada cliente y recetándole el remedio (el chocolate) apropiado para sus necesidades. Ella se interesa más por las preocupaciones de la gente del pueblo y menos por el éxito de su negocio. Vianne le sirve a la comunidad francesa con los atributos encarnados del amor, sacrificio propio y compromiso. Como resultado de su compasión y aceptación, el ministerio de Vianne transforma las vidas de sus amigos y la villa completa.
La historia más grande del poder transformacional a través de la encarnación personal es la de Dios mismo viniendo a vivir entre nosotros como un humano en la persona de Jesucristo. (Fil. 2:7) Un modelo de liderazgo “encarnacional” es la disposición a re-hacernos a nosotros mismos para imitar a Jesús más efectivamente en nuestra vida y en nuestro trabajo. El ministerio “encarnacional” no significa que los líderes abandonen completamente su identidad cultural (nacionalidad / género / personalidad). Jesús no dejó de ser Dios; Él escogió limitar ciertos aspectos de su carácter y de su poder. De la misma manera que un cuerpo ilustra como la variedad de dones espirituales son necesarios para servir a Dios completamente (1 Cor. 13:4-31), también son necesarios los elementos de todas las culturas para reflejar la imagen de Dios completamente. (… ¡toda una caja de chocolates!) Ninguna cultura es perfecta cultura de Dios. A veces algún aspecto de una cultura puede representar más el carácter de Dios que otra cultura; en otras situaciones varias perspectivas culturales combinadas reflejan mejor el carácter de Dios; a veces un aspecto cultural puede ser definitivamente no bíblico y un líder debería renunciar a ese valor. El liderazgo “encarnacional” requiere mucha reflexión y mucho esfuerzo para determinar cuándo y dónde hay que hacer cambios para ser más como Cristo.
Aplicar el modelo de servicio “encarnacional” no es fácil. Puede causar duda, confusión y frustración. Como líderes tomamos una posición de liderazgo con un sentido de identidad profundamente arraigado que se ha desarrollado durante toda la vida. Nuestro etnocentrismo asume que otros tienen o deberían tener los mismos valores culturales porque mi perspectiva es “mejor” o la perspectiva “correcta”. Inevitablemente los líderes contribuirán con su orgullo y egoísmo a la situación y frecuentemente juzgan a otros negativamente como inferiores o equivocados. Los intentos por servir y dirigir en otra cultura o con compañeros de equipo de diferentes culturas también se verán afectados por las perspectivas que otros tengan acerca del servicio y el liderazgo. Recuerda: una acción no es servir simplemente porque se le llame servicio; la acción debe ciertamente serle de utilidad al que la recibe. (¿Cuál es su chocolate favorito? No cuál es el que a mí me gusta regalar.) Además, las opiniones pre-concebidas, las percepciones y los estereotipos de otros pueden interferir en nuestros esfuerzos por servir. A veces aún cuando nuestros motivos sean buenos, nuestras acciones son totalmente mal interpretadas por los demás, debido a su marco cultural o aún a sus inseguridades.
Aplicar el modelo de liderazgo “encarnacional” comienza con un cambio de actitud. De la misma manera que Jesús fue un niño indefenso, nosotros debemos acercarnos a las situaciones de liderazgo con humildad y con la disposición de aprender.
- El primer paso hacia el modelo de liderazgo “encarnacional” es la aceptación propia. La aceptación propia implica reconocer que Dios ha creado a cada persona intencionalmente y de manera única, y que Él soberanamente le ha permitido tener experiencias propias a lo largo de su vida para desarrollar en la persona los valores culturales que tiene hasta ahora.
- Segundo, es importante que un líder reconozca sus propios valores personales, pero que también esté dispuesto a adaptarlos si es necesario. (¿Regalaría mi golosina favorita?) El poder de Dios para ayudar a la gente a ceder sus propias preferencias y necesidades a las de los demás es un elemento indispensable de la encarnación. Sin la confianza en el poder de Dios para cambiar vidas, no habrá mucha esperanza para este difícil proceso de la encarnación. Afortunadamente con el deseo, el esfuerzo y la ayuda de Dios, los líderes pueden cambiar y crecer en su liderazgo “encarnacional”.
**El ejemplo del Chocolate es de The Shaping of Things to Come (2003) by M. Frost & A. Hirsch (pp. 33-62) Hendrickson Publishers.
***En el siguiente post explicaré seis habilidades que podemos desarrollar en nuestro liderazgo “encarnacional”…¡mantente atento!
¿Cómo aplicarías una actitud de encarnación a tu liderazgo?