La familia de mi esposo perdió a su mamá y papá en el último año. La Navidad se sentirá vacía por momentos, como si algo faltara… porque ellos se han ido. Habrá un anhelo en nuestros corazones, lágrimas en nuestros ojos y dolor en nuestros brazos por abrazar a alguien que ya no está.
Mis amigos no han tenido ningún tipo de contacto con su hija por 10 años. No pueden ver ni comunicarse con sus nietos. Ellos no tienen idea de lo que hicieron. Hace más de cinco años también perdieron a un hijo menor debido al cáncer. Las reuniones familiares no son sencillas para ellos. El dolor siempre está presente.
Amigos muy queridos padecen enfermedades terminales. Mi mamá está luchando contra el cáncer. Estoy tan agradecida de que está con nosotros este año – no nos atrevíamos a albergar esperanzas hace un año, pero el tratamiento hace que las celebraciones sean difíciles: la energía es poca, el apetito se ha ido, el temor al futuro está al acecho en los rincones de nuestra mente.
El hijo de mi hermana vive muy lejos. Él ha estado tomando decisiones que no son las mejores. Ella se preocupa por él y lucha con cómo responder y relacionarse con él – cuidando el empleo de palabras, mostrando más amor y menos desaprobación, pero no es fácil. Incluso una llamada telefónica requiere a veces más energía de la que está disponible.
La falta de dinero estresa a otros. ¿Cómo explicar a los suplicantes ojos de un niño que “Santa” no les traerá ese nuevo juguete? ¿cómo le ayudas a un adolescente a entender que el nuevo teléfono de moda no entra en tu presupuesto, y que ella no “necesita” lo que “todos” sus amigos ya tienen?
Incluso las batallas internas de cómo celebrar pueden atormentarnos. ¿Cuántos regalos compramos? ¿cuánto gastamos en (¡más!) decoración? ¿a cuántas fiestas asistiremos?¿cuánta comida comeremos? Cuando sabemos que otros alrededor del mundo no tienen agua potable o comida o refugio… ¿cómo reconciliamos la presión comercial con el propósito del mensaje?
Las lágrimas y las risas son parte de nuestra jornada de toda la vida. Nadie es la excepción. Un hombre muy sabio dijo en una ocasión… Sé feliz con aquellos que son felices y llora con los que lloran.
Tengo una carga en mi corazón para orar por aquellos que se duelen este año – que puedan tener a alguien cerca para compartir un hombro para llorar y darles un abrazo que les comunique que son amados. Tal vez en algunos casos, ese alguien pueda ser yo.
También me quiero deleitar en los momentos dulces y felices de este año y vivirlos al máximo – no permitir que cosas pequeñas e insignificantes se roben mi gozo o me hagan perder el enfoque… disfrutar cada decoración, villancico navideño y sabores especiales, y atesorarlos en el banco de mi alma… porque un día necesitaré extraer de ellos… o compartirlos con otros.
¿Hay dolor en tu corazón este año?
¿Cómo ayudas a otros cuando están sufriendo?