Un día un hombre entró en una tienda de antigüedades y pidió permiso para echar un vistazo. Era una tienda muy exclusiva frecuentada sólo por aquellos que podían darse el lujo de comprar artículos que se hicieron especiales por su escasez y antigüedad. El visitante se veía extrañamente fuera de lugar porque estaba vestido pobremente, aunque limpio. De hecho era obvio por su apariencia que era un obrero cuya cara había sido manchada por el sol y lluvia y que sus manos estaban duras y trabajadas. Después de más de media hora, se fue. En alrededor de diez días regresó; ésta vez encontró una hermosa pieza de vidrio y preguntó si podía hacer un depósito. Cada semana daba un pago hasta que al fin el producto fue suyo. Con mucha curiosidad, el dueño de la tienda se acercó a conversar y determinar, si fuera posible, el uso que ese hombre le daría a su nueva compra. “Lo compré para mi pequeño cuarto. No es mucho, pero traigo, de vez en cuando, a través de los años, sólo las mejores y las más hermosas cosas. Verá, es donde yo vivo.” Howard Thurman, Deep is the Hunger (Profundo el hambre)
Traer a donde vives sólo lo mejor y lo más hermoso…
Leí esta historia en la mañana y comencé a considerar mi vida…
De todos los pensamientos que pasaron durante el día, ¿cuáles guardaré en mi cuarto? ¿Voy a escoger sólo lo positivo, alentador, creer-lo-mejor, excelentes ideas acerca de mí mismo, otros y el mundo?
¿Qué voy a traer a mi casa a través de mi música, los medios, actividades y mis elecciones de lectura? ¿Son sólo lo mejor y las más hermosas cosas? ¿Valen lo que cuestan? ¿Tienen valor?
Hay muchas cosas baratas y feas que están disponibles en nuestro mundo hoy rápida y convenientemente.
Por un lado, toma tiempo, esfuerzo, cuidado, atención y búsqueda diligente encontrar un tesoro invaluable. Se dice que donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón.
¿Qué tesoros estás coleccionando para tu hogar?