Estoy llenando mi calendario a partir de ahora hasta la Navidad. Un montón de rutina, además de dos eventos familiares especiales, que son una gran cosa porque todos vivimos lejos por todo el país. Reunirnos a todos en el mismo lugar requiere un poquito de planificación por adelantado… y más-que-un-poquito de dinero.
También estoy trabajando en mi proyecto final para completar mi maestría. El último esfuerzo de una tarea a largo de tres años. Hay fechas limites por cumplir. Puedo ver la luz al final del túnel, pero es todavía un túnel muy largo.
El trabajo es siempre presente, pero menos estable en estos momentos. Porque mi equipo se centra en servir a otros en muchas partes del mundo, es difícil comprometerse con mucha anticipación, y las crisis como el ébola, el grupo ISIS y los conflictos internacionales cambian la mejor de las intenciones.
Además de estas cosas, mi mamá ha decidido poner fin a sus tratamientos de quimioterapia y comenzar el cuidado de hospicio. Ella está muy cansada y frágil, pero sigue siendo móvil y con la agudeza mental. Nadie sabe cuánto tiempo tendrá.
Sólo puedo vivir un día a la vez.
Soy muy consciente de que tengo que contener todos los planes que hago con una mano ligeramente abierta. No hay certeza de que van a ocurrir. No hay guarantías. Debido a la condición de mi madre, en cualquier momento este otoño podría transformarse fácilmente con una personalidad muy diferente.
La verdad es que todos los días son así – no los controlo y cualquier día podría ser cambiar en un instante.
Mi nivel de conciencia ha cambiado. Y mi actitud.
Estoy más agradecido por lo que recibo cada día – una llamada telefónica larga con uno de mis hijos, unos tiempos de diversión con los amigos, una caminata o paseo en bicicleta con mi marido, una conversación profunda con mi mamá.
Me preocupo menos por lo que viene adelante y estoy más en paz con aquellos planes que no resultan. A menudo puedo re-programar, planificar algo diferente o simplemente disfrutar de un tiempo de descanso en lugar de mantener el ritmo que pensé que quería.
Yo también hago más y mejores planes. A causa de mi reconocimiento de que cada día es un regalo, quiero llenarlos bien. Anhelo las experiencias, la comunicación, las relaciones y los esfuerzos especialmente valiosos.
No quiero perder ni un solo segundo.
Estoy aprendiendo a dejar pasar la ira y perdonar la ofensa más rápidamente. Estoy tratando de tomar la iniciativa para aclarar malentendidos y expresar aprecio y amor. Quiero escuchar bien a los demás y ánimarles y empoderarlos. Yo estoy intentando criticar menos y dar más generosamente de mí misma.
¿No es irónico que la conciencia de la muerte le da mayor sentido a la vida?
¿Cómo estás viviendo cada día?