Mi amor por los deportes viene de mi mamá. De hecho, mi papá también me animó para practicar deportes individuales (tenis, esquiar, correr), pero mi mamá es a la que le encantan los deportes en equipo y ve los partidos muy fielmente. Incluso me gustan las películas de deportes, especialmente en donde el peor equipo o jugador milagrosamente alcanza una victoria al final de la película.
En todas esas películas y en la vida real, la persona que inspira, va al lado del jugador y saca lo mejor del él, que inesperadamente, contra todas las probabilidades lo lleva a una victoria de manos levantadas es el entrenador. Un gran entrenador conoce las fuerzas y las debilidades del jugador y cree que puede crecer y mejorar. El entrenador no puede hacer el trabajo duro por el jugador, pero puede ayudar al jugador a alcanzar su sueño.
También fuera de los deportes, el entrenamiento es importante. Al ser padres de hijos adultos, al aconsejar amigos y las situaciones profesionales en el trabajo son oportunidades para ser un entrenador.
En nuestra organización usamos un “proceso de coaching” que es transformacional para las situaciones de entrenamiento. En lugar de tratar de arreglar el problema o de dar un consejo, este simple proceso guía una conversación acerca del presente “¿dónde estás ahoras?” hacia el futuro “¿dónde quieres estar?”
- El primer paso es enfocar la conversación. Pregúntale a la persona que se está entrenando, “¿Qué podemos hacer hoy?” o “¿Qué sería más útil para nosotros hablar hoy?” o “¿Cuál es el enfoque principal de nuestra cita hoy?” Les puede tomar algo de tiempo destilar sus necesidades o pensamientos en una simple respuesta, pero esto es importante ya que no es posible trabajar intencionalmente en una meta poco clara.
- Segundo, explora las opciones. Haz una lluvia de ideas sin comprometerse a ninguna de ellas en este momento. El entrenador pregunta, “¿Cómo crees que podrías…?” “¿En que maneras puedes…?” “¿Dónde podrías encontrar…?” “¿Quién podría ayudarte con…?”
- Tercero, planear los siguientes pasos. Después de hacer la lluvia de ideas de las opciones, es tiempo de que la persona escoja la mejor opción que surgió. Es importante asegurar que la opción escogida sea específica, medible, alcanzable, relevante y oportuna (fecha límite). Ayuda a la persona a planear cuidadosa y completamente al preguntarles, “¿Y qué sigue…? ¿Y qué sigue…?”
- Crucial, pero frecuentemente olvidado, el cuarto paso es enfrentar los obstáculos. Los buenos entrenadores enfrentan la realidad. Esperar un camino simple, claro y poco desafiante hacia la meta es algo ingenuo. Un gran obstáculo puede regresar la conversación al segundo paso para explorar otras opciones; la discusión no tiene que ser lineal.
- Por último, toma tiempo para dejar que la persona revise y cierre. El entrenador no debe hacer la revisión. Aseguráte de que la persona que está siendo entrenada pueda hacer un resumen de lo que ha decidido hacer y quién los mantendrá rindiéndo cuentas para seguir su plan.
La primera conversación usando este proceso puede parecer incómoda y poco natural –probablemente porque usualmente hablamos mucho más de lo que hacemos preguntas – pero se sentirá más cómoda con la práctica. Te van a gustar los resultados. Al entrenar a otros, el orar, el observar y el escuchar activamente son aspectos claves.
…y ¡no olvides celebrar y animar las “victorias”! ¡Un buen entrenador sabe como hacer el escandaloso, movido, no-me-importa-quien-me-vea baile de la victoria junto a sus jugadores!
¿A quién podrías llevar a través de este proceso de entrenamiento? ¿Cómo puedes mejorar tus habilidades de entrenamiento?